La leyenda del cóndor
El niño de
piel oscura y cabello negro azabache, el que estaba más delgado que un palo de
golf, el de la mirada desafiante y cabeza alta, presumía de lo valiente y
fuerte que era. Su amigo, para retarlo, le propuso:
-Si tan
fuerte y valiente eres, entonces te reto a que vayas al bosque embrujado en la
noche y salgas vivo.
Al ver que
su amigo le retaba con tal valentía, aceptó la propuesta, sin saber que ese
reto sería culpable de su tragedia.
En la noche
se dirigió hacia el bosque embrujado con sus amigos, y éstos dijeron:
-Bien, te
esperaremos aquí, recuerda que tienes que salir vivo de aquel bosque; si no,
perderás la apuesta y serás una vergüenza para todos.
El niño, un
poco atemorizado, fingió valentía y se adentró en los grandes árboles de aquel
bosque.
Conforme
oscurecía, el pobre niño tenía cada vez más terror. Pero, tenía que cumplir con
su promesa, o si no ¿Qué pensarían de él sus amigos? ¡Quedaría como un tonto! Así
que tomó aire, pasó la saliva, sacó
pecho y siguió caminando. De repente, aquel niño escuchó unos sonidos extraños;
eran pisadas, él con terror empezó a gritar:
-¡Ayuda! ¡Sáquenme
de aquí!
Pero
entonces pensó “No, ¿qué estoy haciendo? Debo atemorizar a ese monstruo” así que
en vez de gritar de terror, gritó con furia.
-¡Ven aquí
monstruo! ¡No puedes hacerme nada! ¡No eres nadie! ¡Sal de ahí y sé valiente!
Aquel “monstruo”
se enfureció, entonces se dio a conocer. Esperen, ese no era un monstruo, era
el brujo del bosque ¡era real! El brujo quedó frente a frente con el niño, pero
éste ni se inmutó; se quedó allí, mirando al brujo a la cara.
-Así que no
me tienes miedo, ¿no, pequeño?- dijo el brujo con su gruesa voz.
-No, ni un poco.
-Me estás
enfureciendo, pequeño.
-No me
importa, sólo seguiré mi camino. Qué más da, ¿qué me puede hacer un anciano
cómo tú?
El brujo, al
oír estas palabras, se enfureció como nunca y con un tono de burla dijo:
-Niño, ¿Te
gustan las aves? Pues tendrás la oportunidad de ser una, hoy mismo.
Pronunció
unas raras palabras en quechua y entonces el niño pudo sentir cómo unas plumas negras
llenaban su cuerpo, su pequeña nariz se transformaba en un pico y en vez de brazos
le salieron alas; pero no cualquier alas, eran unas alas de 200 cm de largo
cada una, pero, ¿era en serio? ¿Se convertiría en un ave? Pues, al parecer el
brujo no era tan tonto después de todo. Pero, había algo peculiar en el ave,
tenía un collarín blanco que ninguna otra ave tenía.
El niño, ya
convertido en cóndor, salió del bosque y se dirigió a unas montañas que
llamaron su atención, la cordillera de los Andes; pero, sus amigos que estaban
afuera vieron pasar a la gran ave sobre sus cabezas, ellos también notaron su
singular collarín; entonces uno de los niños dijo:
-Miren, allí va nuestro amigo Lucas…
-Miren, allí va nuestro amigo Lucas…
-Pero, ¿Cómo
lo sabes? – preguntó otro.
- Por ese
collarín blanco, él siempre llevaba esa chalina de lana de alpaca, que su mamá
le tejió…
Ahora, todo
aquel que se dirige a la cordillera de los Andes puede apreciar a esa gran ave en
todo su esplendor.
Alumna:
Tamarah Cortez (MrsClifford)
muy bien
ResponderEliminarTamarah, otra vez escribiendo cosas increíbles, felicitaciones
ResponderEliminarmuy lindo
ResponderEliminarQué hermosa leyenda, felicidades querida. Un besito.
ResponderEliminarGraciaas:D
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