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lunes, 27 de junio de 2016

El gran viaje

El gran viaje

Yo siempre quise viajar a algún lugar, especialmente a algún lugar del Perú ya que es mi país natal. No me imaginé que lo haría; pero un día, cuando mi padre regresó de trabajar, nos dijo: Tengo una noticia que les encantará, ¡nos vamos de viaje!
Él, emocionado, nos contó los detalles, a dónde iríamos, cuándo, cómo y muchas cosas más. Mi familia y yo estuvimos esperando unas semanas mientras preparábamos las maletas con las cosas que llevaríamos a nuestro viaje a Punta Sal, hasta que llegó el día del viaje. Abordamos el taxi para la estación del bus, pero para poder viajar necesitábamos nuestros DNI y cómo no los teníamos mi madre tuvo que regresar a casa para traerlos, esperamos una hora y media y al fin volvió, pero no habían buses hasta las diez de la noche; así que nos fuimos a otra estación de bus que estaba al frente. Estando allí, pudimos subirnos a un bus sin problema, aunque mi padre tenía problemas con el costo, pero no fue tan grave.

Fueron dieciocho horas de viaje, para ser exactos, pero iba escuchando música. Cuando llegamos no podía creer que nos quedaríamos allí, recuerdo que dije “¿enserio aquí nos quedaremos? ¡Es increíble!” Era un hermoso hotel, al llegar a la recepción nos dieron una especie de pulseras; la azul para los niños y la anaranjada para los adultos. Mi padre se quedó en la recepción y yo fui a registrar el hotel, habían unos sofás con una mesa en el centro, el comedor estaba al lado con muchas mesas y sillas para que los huéspedes coman, la parte del buffet no se quedaba atrás, ¡muchas mesas con toda la comida que puedas imaginar! Un día servían comida italiana, al otro japonesa, peruana, mexicana, etc. Al salir de allí te encontrabas con una gran terraza con un sofá-columpio con el que mi hermana y yo nos divertíamos mucho, desde allí veías la hermosa piscina, a las familias disfrutando de sus vacaciones, a los adultos bronceándose y a los niños chapoteando en la piscina, en la noche, la discoteca era el centro de atención, los adultos iban a bailar de todo. Recuerdo que un día estaba con mi familia en ese sofá-columpio y empezó a sonar la macarena, todos nos pusimos a bailar y bromear en medio de la terraza, fue divertido. Alrededor de la piscina habían restaurantes con comida marina, comida “para picar”, y carnes. Pero la verdad lo que más me gustaba era dormir en las cómodas camas y “nadar” en la piscina, aunque todo era fenomenal. Nunca olvidaré ese viaje, fue un recuerdo inolvidable.

Tamarah Cortez  (de Clifford)

 

1 comentario:

  1. Oh, Tamarah, eres fabulosa. Tu anécdota está FENOMENAL te mereces MILLONES DE VEINTES.
    Felicitaciones, querida y hermosa amiga.

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